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jueves, 22 de marzo de 2012

Las pocas venturas y muchas desventuras del hombre mas elegante de las Torres del Paine vagando hacia el campo base del Everest [o Everest base camp]. Segunda Parte.

     Veinte de Marzo de dos mil doce.

     Seis, diana. Seis treinta y cinco, desayuno. Siete quince, revison y salida. Ocho veinticinco, primer descanso e hidratacion. Nueve diez, descanso con ingesta de carbohidratos. Once, tercer descanso e hidratacion onerosa [importe del fluido veinte veces superior al valor real]. Una treinta, descanso con ingesta de carbohidratos. Tres treinta, llegada a Kharikhola. Cuatro, estiramientos y ejercicios asistidos de mantenimiento general. Cuatro cuarenta y cinco, ducha interrumpida tras deducir [por parte de la propietaria del refugio] que detener el consumo de agua caliente para enjabonar y limpiar la crin es sinonimo de finalizar el aseo. Cinco, hora libre al rededor de la estufa del saloncomedor. Seis treinta, cena pastoril Dal Bhat. Siete, higiene bucal y permiso para acudir al mingitorio. Siete veinte, luces fuera.

     Continuan postexiguo yantar, recorriendo parecidos paisajes, observando similares y afanosos comportamientos e intercambiando el identico saludo, la dicha hoy, sin embargo, les sobrevendra [pero no por la imperiosa necesidad]. Tras casi nueve horas de pateo sustentados en el pan tibetano, arriban a Chaurikharka extenuados y encantados por cruzar unas sorprendentes construcciones de piedra gruesa que tienen por cubierta increibles bloques megaliticos abandonados por el antiguos glaciar. Ulterior al arduo deambular y al exhaustivo estirar, con el unico acuoso proposito, el hombre mas elegante de las Torres del Paine se introduce en otra de esas cavachas, esta vez sin orificio, que usan los pobladores de estos colinas para contentar a los turistas obsesionados. La mujer que le atendera en la ducha, subida a una escalera llenando sin limite un barril de alta capacidad sobre la tejavana del tabuco, aparenta quizas veinte años mas de los que relamente se supone que tiene. Mientras el elegante hombre se quita el peso de la responsabilidad de ostentar su titulo, un sentimiento, como de culpabilidad ante el improbo esfuerzo de la abuela por complacerle, le embarga, y decide terminar, la que hubiese sido, su primera y exitosa afusion.

     Mas cuando deciden solcitar la cena llegan a la dicha glosada. Como si de un teatro se tratara y siendo la unica concurrencia, los jovenes y elegantes asisten a la manufactura del ambicionado Dal Bhat, de principio a fin. Concentrados, siguiendo todos los magistrales y precisos pasos, no logran cerrar la boca. El hombre mas elegante de las Torres del Paine en su terruño natal, sin duda en su niñez, tuvo oportunidad de observar los mismos perfectos movimientos en cocinas de leño y por ello, el recuerdo ante la vision lo llena de arrobamiento. La huella evocada lo reconforta, se suavizan las escasas diferencias.

     Al comenzar el nuevo dia y tras rogar el desayuno, de nuevo, y pacientemente, reciben otro nuevo deleite. El pan tibetano sera hecho con la precision de la praxis defendida por Carl, eso si, sin su voluntad revolucionaria, como si se dispusiera de toda una vida por delante, la ahora joven en los movimientos genera otra sencilla secuencia perfecta. Amasar, estirar, freir. Impecable, como Nureyev.

     El camino hasta Namche Bazaar, tras la delicada experiencia, se les antoja sencillo, incluso la masiva afluencia del exclusivo turismo occidental no dinamita las alboradas sensaciones. Un Londinense con camisa de finas rayas, blancas y azules, y gafas negras de pasta, les asegura lo trastocado que ha encontrado el trekking,. Explicando su primera visita quince años atras, comenta, que descansar con bebida caliente en alguna posada ocasionaba coste cero, suficiente una sonrisa. Hoy se sorprende ante las sesenta rupias pedidas por la taza. En fin, en el siguiente villorrio les abandonara por la razon del dialogo.

     Y ese dia, en el que no tenia que haber pasado nada y en el que el hombre mas elegante de las Torres del Paine recordo el cumpleaños de su hermano, un guia [al que supondran, ironicamente, dos horas despues, buena voluntad] les sugerira tomar un atajo que les obligara a subir y bajar doscientos polvorientos metros de desnivel que les privara [sin el ejercicio del consejero] del estupendo paseo junto al rio Dudh Koshi llegando al mismo punto. Ese trivial detalle permanecera presente durante todo su trayecto y les privara de la libertad de no sentenciar cada una de las futuras acciones especuladas por el gremio.

     El continuo pensamiento ante el descanso y aclimatacion de la proxima jornada, superando el desnivel de ochocientos metros para dormir en Namche Bazaar [a tres mil cuatrocientos metros de altitud], exime de estiramientos, pero no de baño, al hombre mas elegante de las Torres del Paine. Tras infructuosos intentos persiguiendo morada, dan con una en la que la ducha promete ser licenciosa, leiase en el calefactor del aprisionado cuarto de aseo; "el aparato que mas rapido calienta" [1]. Efectivamente, el invento con termometro digital incorporado escaldaba el agua entre los cuarenta y cinco y los cincuenta y seis grados celsius a intervalos de ocho segundos. Y efectivamente la lividinosa prometida ducha volvio a provocar esa sensacion de abrasado cansancio [en vez de alivio] que no paraba de recordarle lo lejos que quedaba su hogar.

     La llegada del Dal Bhat turistico, sin repeticion, tampoco provoco ese, tan ansiado momento de relax mental [debido al escaso flujo de sangre, solicitada por el organo que en ese momento la precisa], que uno acostumbra tras la manduca. En un momento cualquiera del incitante abordaje, el propietario del hospedaje, convino criticar [ni mas ni menos] a Reinhold Messner sin motivo a parente alguno. Asi, sin mas, dijo haber compartido ocho expediciones con el mito y se atrevio [hasta el empacho, ademas] con controvertidos juicios de valor hacia su persona. El hombre mas cansado y elegante de las Torres del Paine, revestido por calcetines oscuros tecnicos, pantalones de hilo fino y chaqueta clara termica sobre su camiseta de tirante blanca Damart termoractil, [sin disimular su enojo y recordando sus pocas correrias vietnamitas con el discolo Jackie Chang] le advirtio lo poco posible de la realidad de la cronica.

     Casualmente las fotos que confirmaban los hechos descritos no se recogian en el album desamontonado, casualmente.

     Al dia siguiente el sherpa propietario, ante la interrogacion disimulada del hombre mas elegante de las Torres del paine, disculpara el olvido.

[1] Traduccion literal del ingles.


1 comentario:

  1. La pana: del pret a porter a la alta costura.
    De Autol a Roma o al Himalaya.
    De enero a agosto...
    Simple elegancia, como tomar una copa de Zestini a la hora del aperitivo. O portar un Lolex en la muñeca. Marcas de distinción del bon vivant para quien sabe que las Ray Vam,a parte de vintage, son tendencia.

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