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jueves, 29 de marzo de 2012

Las pocas venturas y muchas desventuras del hombre mas elegante de las Torres del Paine vagando hacia el campo base del Everest [o Everest base camp]. Cuarta y ultima entrega.

     Aunque habian quedado con el cocinero en partir desayunados a las cinco, perdonaron el justificado retraso e iniciaron a las seis y media la aproximacion por el valle del Renjo Khola. Ascendieron por el sendero direccion norte y tras algunas curvas que les dirigeron al noreste perdieron la aldea. En la mente del hombre mas elegante de las Torres del Paine queda la curiosa configuracion de los nucleos poblados de la zona, una docena de viviendas y toda la superficie fragmentada por muros de piedra rodada basta [evitando que los yaks penetren en los prados particulares]. Con un solo material de construccion el resultado es mas que arquitectonico, escultorico.

     Para cruzar por el Renjo La [Paso Renjo 5360 m.] primero atravesaran un, aunque desolador por la falta de vegetacion, bello paisaje, de amarillos y rojos liquenes [o lo que el hidalgo piensa que son liquenes] sobre piedras claras y oscuras [nada de colores intermedios] en un ondulante firme terroso, coronado por increibles cordilleras negras y un azul como filtrado por polarizador. Caminaran ligeros buscando los rayos del sol que se empezaran a colar por entre los picos. Silencio absoluto a cinco mil metros. Las historias que han oido sobre la altitud les mantendran entretenidos analizando una y otra vez las sensaciones corporales aunque el resumen del dialogo es una hoja en blanco. Sugestion.

     El ultimo tramo desde la helada laguna Relama, tronando por el cambio de temperatura, hasta el paso es escalonado. Alguien ha erigido, como para un monarca, una sinuosa escalera con los restos petreos de los derrubios de la ladera oeste del humilde macizo que forman los picos Henjola y el Kyajo. El hombre mas elegante de las Torres del Paine con clasica camiseta gris de propaganda llega hasta la cota mas alta prevista; la vision de trescientos sesenta grados le deja estupefacto, nunca en su vida ha sido testigo de semejante majestuosidad y belleza. Nunca. Dificilmente lo volvera a ser.

     En la quietud del momento y de soslayo percibe a velocidad poco comun y escalando, a otro interesado paseante. En el tiempo que se necesita para comer un Toblerone, se encuentran. Y como hacia ya dos dias que un nombre estaba en el aire, el hombre mas elegante de las Torres del Paine ofrece su mano al desconocido y apuesta por el mitico "Mr. Kellogg, I presume" [citando a Henry Stanley sin necesitar traduccion]. Y efectivamente era el mismisimo Mr. Chad Kellogg carpintero, from Seattle, entrenando con la intencion de batir el record de velocidad en la ascension al Everest desde el campo base hasta la cumbre sin oxigeno. Tras un rato intercambiando informacion, el hombre mas elegante de las Torres del Paine [emocionado como un niño con piruleta delante de un astronauta] observo que sin duda era un ebanista y no carpintero, si podia pagarse el costoso permiso para escalar el Everest. Y se animo, incluso a preguntar por su desayuno favorito. Mr. Kellogg sonriente, contesto que era alergico a los cereales y le explico que si que era bueno, bastante bueno con la madera, ya que este seria su segundo intento en el Everest. Que elegancia.

     Chad se despidio continuando su preparacion, al hombre mas elegante de las Torres del Paine se le ocurrian mas y mas interesantes cuestiones al respecto, pero ya era demasiado tarde. Recordo la intranquilidad principal de su jubilada amistad sudafricana, y no encontro una opinion personal al respecto, aunque seguia muy emocionado por haber sido parte de algo por unos minutos. En el futuro recordara esa sensacion con algo de incredulidad, ¿parte de que? se cuestionara. Se sentira como cuando Paul Auster, esperando en la cola de la oficina de correos, reconocio a siete colegas en el cartel de las diez personas mas buscadas por el FBI. Se es parte de un ambiente pero tu foto no aparece en ningun cartel. Aun asi Paul menciona la circunstancia. En ese mismo futuro el quehacer humano de Hesse tambien le provocara dolor de cabeza.

     Desde donde el hombre mas elegante de las Torres del Paine espera sentado a la mujer mas glamurosa del imperio romano, que sin duda, estara pensando en algun plato siciliano, se ven algunos de los picos mas alto del planeta, aunque en ese momento solo reconoce uno [indicado anteriormente por el norteamericano], el trazo del conjunto no necesita ningun nombre para ser espectacular. Tampoco ninguna cifra. El descenso atravesando el glaciar Machhermo hasta el lago Dudh, tambien helado, aunque con dos patos, una vez comidos algunos anacardos, se les hace bastante duro, debido principalmente a la mezcla de piedras, polvo, tierra, hielo, nieve en que se convierte la senda. El objetivo en la lejania, Gokyo, era obvio, no lo pierden ni un instante, pero no es una travesia evidente.

     Llegados, estirados y semirepuestos, mientras una compacta niebla les priva de las vistas, piden una ducha caliente. La naturaleza, sabia a esa altitud [4790 m.], descarga una montaraz nevada [que por otra parte engalanara el pico Gokyo para su ascension], mientras el desnudo mas elegante de las Torres del Paine, dentro de una barraca de chapa metalica [con todos sus puentes termicos activados], lucha contra los elementos con un triste cubo de plastico medio lleno [o medio vacio segun se quiera leer]. No asimila. El Dal Bhat le hara entrar en calor.

     Al dia siguiente, sin desayunar el Hombre mas elegante de las Torres del Paine horadara la perfecta nivea superficie diagonal alcanzando las prometidas vistas desde el pico Gokyo. Mirando al suelo, caminara, caminara y caminara sin detenerse, siempre creyendo que tener la posibilidad de llegar hasta arriba conlleva, al menos, realizar el maximo esfuerzo posible [no entendera porque, desafio, retribucion, premio, la severidad de la perfeccion]. Arriba, con el ego corrugado por su pequeño record personal, sin aliento, observara aturdido [ante el porte] lo que el cree que es el Everest. Un turista, no tan aturdido, le volteara ciento ochenta grados y le prometera silencio. Arriba, con el ego liso por su pequeña confusion, observara impasible el Everest. La siciliana, tranquila, al rato, observara el mismo pico segun la precisa orientacion que obtendra con su brujula y su mapa, pondra nombre a todas y cada de las puntas en la linea quebrada del horizonte. No quedara impresionada por la escasa informacion ofrecida por el hombre mas elegante de las Torres del Paine.

     Y como fue escrito, sucedio. Despues de bajar muy lentamente del Pico Gokyo y de hacer la aproximacion al Cho La [Paso Cho 5420 m.], sobre la morrena del glaciar Ngozumba por una ruta alternativa, hasta los tres refugios al pie del valle [que forman la inexistente poblacion de Thangnan] decidio darse una ducha caliente. Pregunto por el precio y ante la considerable suma [equivalente a una cena] se arriesgo a darse un remojon en el torrente trasero directo de la montaña. Helado torrente. Pero esta vez tenia un plan. Un plan perfe[c]to. Calculo el tiempo de sol suficiente entre las nubes que pueblan el cielo y que le libraria del invernal frio reinante. En el momento adecuado se empezo a lavar las piernas, posteriormente se quito las camisetas y la sudadera [que hacia gala de su nombre] y se dio algo de agua con una botella de plastico, no mucha, para evitar dolores. Y asi fue, Fatum romano o Ananke griego, no escapo a su destino. Antes de las dos o tres recargas de botella que le hubiesen dejado limpio haciendo honor a su sobrenombre, la tragedia que le persigue se personifico cual Dios alado de cualquier mitologia. Cuando el sol todavia calentaba sus huesos un helicoptero de rescate [ante el aviso de un grupo de checos] hizo presencia y todo los calculos, incluidos los referentes al mejor lugar ocupado por la ropa doblada para su mas preciso uso quedaron desbaratados en el esencial instante, el instante en que estaba totalmente enjabonado. A menos de veinte metros de la "hache" de helipuerto blanqueada en el suelo, con los pies dentro del regato y la ropa volando libre, juro no volver a pasar hambre. Y en lo sucesivo, no volver a limpiarse. Todo tiene un limite y una cosa es ir contra natura y otra repetidamente contra los elementos.

     La siguiente jornada, comienza cuando el elegante confunde a la glamurosa con un ruso de dos metros, largo pelo rizado y chaqueta violeta [mismo color que el vestido por la dama]. Los diecisiete rusos restantes mostrando felicidad inesperada, a punto estan de sacar su vodka. Otra confusion la puede tener cualquiera, piensa el elegante hombre del Paine. Y aunque debiera ser otra increible etapa, cruzando otra cordillera, danzando sobre glaciares, los Lobuches impiden una panoramica comparable a la del dia anterior. Las expectativas como siempre empañan la presente realidad. A ultima hora de la tarde llegan a Lobuche. Y todo cambia cuando la urgente necesidad desaparece, no habra mas duchas en la siguiente semana. Sin embargo, la sensacion de suciedad que hasta ese momento les embargaba es sustituidad por un sometimiento de indole infraestructural, se sucede una liberacion no deseada pero necesaria segun el medio que habitan. Y el Dal Bhat esta vez satisface el paladar y no por casualidad.

     La mañana es muy fria, gelida, al ir al tolet, como reza el escrito en la desvencijada puerta de metal, el agua del cubo esta helada. Nadie tirara de la cadena ausente. Sin remilgos desayunan y caminando por el margen occidental del glaciar Khumbu que baja directo por la cara sur de la subcordillera que limita con China, se cruzan y acompañan cientos de porteadores y recuas de yaks de expediciones sin adjetivo. La soledad deleitada pero perdida comienza a minar el espiritu. Todos quieren ver el Himal Mahalangur y muchos mear a ocho mil ochocientos metros de altura. Un porteador carga catorce sillas rojas y azules de plastico. Emprendio la pesada marcha en Lukla hace una semana. Lo pierden de vista. Alcanzan Gorak Shep. Toman un minima colacion mientras dejan su carga en el refugio y con la misma orientacion noreste se dirigen al campo base del Everest, el final del camino. El porteador cargando con sus catorce sillas rojas y azules, les sobrepaso en el descanso y ahora, ellos, le sobrepasan liberados. Durante las siguientes tres horas el trafico de mercancias les muestra algunas extravagancias [tambien extra vagancias] lastradas hasta los cinco mil trescientos setenta metros [horno de cocina de prestigiosa marca entre ellas]. El joven ve morir lentamente el imaginario ideal con el que leia a Bonatti, Simpson, Messner e incluso a Tilmann Hepp escribiendo sobre Wolfgang Güllich y sus obligatorios cafes matutinos.

     Los felizmente sucios, por no saciada curiosidad, continuan caminando dentro del area del campo base, unos trescientos metros mas al norte de la piedra marcada como fin del trekking del campo base del Everest. Tiendas de campaña amarillas y azules, y una blanca cupula geodesica Buckminster Fuller.

     Dos jovenes europeos, cual bloques erraticos, observan el panorama sobre la morrena del glaciar Khumbu. Un imberbe indio se acerca y comienza una conversacion en ingles. Un porteador camina cargado con catorce sillas de plastico azules y blancas. Una banda de tela roida y de color crema que le atraviesa la frente se convierte en cuerda que, entre las patas de las sillas, permite la sujeccion para el transporte de la plastica carga, a ojos del inexperto occidental, excentrica. Sin que nadie pregunte, el indio, perfectamente ataviado con ropa tecnica de brillantes colores, comenta que ha subido tres veces el monte Everest. El hombre mas elegante mentalmente de las Torres del Paine no escuchara las siguientes palabras del zagal concentrado en los movimientos de un porteador con catorce sillas de plastico blancas y azules en la espalda. A veinte metros, el porteador se detiene. Abandona la carga tras alcanzar el punto donde se situaran las tiendas de la expedicion que le paga, todavia sin levantar. Y tras siete dias portando catorce tronos, un desnivel acumulado de cuatro mil metros, comiendo arroz con sopa de lentejas, se sienta encima del frio hielo, en el unico punto de la morrena del glaciar que no tenia capa sedimentada seca.

     Inaudito, el indio continua hablando. Nadie ha preguntado.





  


domingo, 25 de marzo de 2012

Las pocas venturas y muchas desventuras del hombre mas elegante de las Torres del Paine vagando hacia el campo base del Everest [o Everest base camp]. Episodio tercero.


Durante la jornada de reflexion en Namche Baazar el hombre mas elegante de las Torres del Paine devorara impaciente "Narciso y Goldmundo" de Hermann Hesse tras leer un parrafo admirable no esperado. No comera siquiera por concluir la obra. "Deciase tal vez que la raiz de todo arte y quizas tambien de todo espiritu, fuera el temor de la muerte. La tememos, nos horroriza la transitoriedad, vemos con tristeza como las flores se mustian y las hojas caen una y otra ovez, y en el propio corazon sentimos la certidumbre de que tambien nosotros somos transitorios y de que no tardaremos en marchitarnos. Y si como artistas creamos imagenes o como pensadores buscamos leyes y formulamos pensamientos, unicamente lo hacemos para salvar algo de la gran danza de la muerte, para asentar algo que dure mas que nosotros." [1]

     Sin terminar el capitulo encuentra otra joya, indudablemente le perseguira durante varias semanas. "Tal era, al menos, lo que el contemplador descubría en la cabeza del maestro; aparecía en ella reflejada mucha paciencia, mucho estudio y meditación, mucha humildad y conocimiento del dudoso valor de todo quehacer humano, pero también una fe en su propósito." [1]. Con el conocimiento del dudoso valor de todo quehacer humano pidio su Dal Bhat y aunque la redundancia no contemplo vegetales ni patatas, quedo saciado y listo para otro placido sueño de recomendables diez horas.

     Asi, al siguiente amanecer, algo fatigados del esperado trato no recibido decidieron tomar el pan tibetano lejos de los dominios del sobreestimado Namche Bazaar. Pasadas las seis y media salieron al camino, en Thamo, cumplieron el requisito con una gran olla de te. Siguieron el "Great Himalaya trail", sin duda una buena decision, el occidental entorno circundante en el valle que formado por el rio Bhote Koshi, divisando la cordillera nevada de mas de siesmil metros de altura que forma el confin del parque nacional del glaciar Khumbu, es indescriptible. Aun sin reconocer ningun pico, el nuevo panorama tras la florida primera semana es magnificamente inesperado. A partir de los tres mil ochocientos metros desaparecen los arboles y la respuesta a una futura pregunta, aun no formulada, aparece por si sola, una enteca mujer con diez mil arrugas y calzado, no perteneciente a su tiempo en el imaginario colectivo cuando uno mira su ropa, recoge los excrementos de yak o dzo que encuentra en la vereda. Los elegantes paseantes no dan credito ante la velocidad de la enjuta persona.

     Por la tarde y sin aviso previo empieza a desaparecer el entorno. Es verdad que una vez superados los cuatro mil metros, solo se han cruzado con pequeños y retorcidos arbustos de hojas afiladas rojas y observado algunas aldeas semihabitadas, el resto de la perspectiva era ocupado por tierra y azul celeste. Ahora sin embargo, dificilmente ven a dos metros de distancia. Tras nueve horas andando, la liviana sensacion de cansancio [sabiendo que estan proximos al refugio de Lumde] se convierte en pesada sensacion de incertidumbre [desconociendo la posicion exacta, ya que tendrian que haber encontrado un sendero hace algunos minutos para ascender paralelamente al rio en los ultimos metros hasta el poblado]. Un poco desorientados suben campo a traves y en medio de la blancura oyen algunos cencerros y cascabeles que suponen al cuello de yaks domesticos. Como es su unica referencia, siguen el sonido y entre la espesa y alba niebla distinguen una silueta azul no definida. Con la misma sonrisa de las esculturas de Juan Muñoz, el casero [y tambien cocinero] del refugio les ofrece alojamiento. Pensaron que era un gesto pasajero, pero no, el propietario no dejo de sonreir de similar forma cada vez que tenian la oportunidad de cruzarselo.

     Relajados y sentados en torno a la estufa conocieron a un piloto sudafricano de aviones retirado con el que rapidamente el hombre mas elegante de las Torres del Paine trabo amistad. Pelo blanco, ojos claros, alto, de movimientos seguros. En un lucido momento de la interminable y amena conversacion, el piloto conto como en el ultimo vuelo antes de su jubilacion hubo un serio problema con los sistemas de navegacion y tuvo que tomar algunas decisiones que no se leian en el manual. Hubo bastante angustia en la cabina pero gracias a su pericia todo quedo en un susto. Al aterrizar toda su tripulacion [que el habia elegido puesto que era su ultimo vuelo tras cuarenta y un años] le dio las gracias por su arrojo ante el colosal problema, una suerte haber contado con el. Al dia siguiente, no tubo mas muestras. "¿Y ahora?", pregunto rompiendo el hilo argumental el hombre mas elegante de las Torres del Paine [que por cierto habia decidio posponer su ducha para el posterior dia de aclimatacion en vista del entretenido dialogo]. "Busco el proposito de la vida." Respondio el piloto.

     La sonriente cena fue sobresaliente, sonriente Dal Bhat y sonriente olla de te. A una hora prudente los todavia elegantes se retiraron a la alcoba, de forma inmediata percibieron que nuevamente se repetia la configuracion en la pieza, un cuadrado de dos por dos con una puerta en medio de la pared y una ventana enfrentada, camas con edredon a ambos lados de la cancela. Como dormir siempre en el mismo lugar.

     Por supuesto, el habito se impuso al sueño y a las seis no pudieron ver [aunque lo intentaron] el perfecto panorama exterior al estar el vidrio de la ventana helado por dentro. Levantarse era otra cosa. Aun asi algunos minutos despues y habiendo escuchado al vecino insubordinarse al cansancio acumulado, decidieron desayunar juntos.

     Lo recomendable en los dias de aclimatacion y reflexion segun les comunico el propietario del hostel de Namche era hacer alguna pateadita sencilla por encima de la altitud del refugio y descansar. Y como el hombre mas elegante de las Torres del Paine se habia planteado tomar la ducha en la manguera conectada a un hontanar proximo [el rio quedaba, sin niebla, bastante bajo] y en ese momento estaba congelada [ademas Lorenzo no calentaba lo suficiente], se dedico a recoger combustible organico para la estufa [la llamada de lo salvaje, supuso]. La tarea no es dificultosa, buscar amigos cuadrupedos y encontrar cercano el precioso fuel. Al cabo de tres horas y habiendose aprendido el nombre de todos los animales, aparecio con el rancio saco rebosante, el albergue de cubierta azul brillante y la sonriente escultura de Muñoz lo recibieron con un te de limon caliente en la cocina. Es verdad que siempre manifestaba felicidad, pero en esta ocasion el hombre mas elegante de las Torres del Paine percibio en la comisura derecha de sus labios, mientras le ofrecia la bebida, un atisbo de carcajada, quizas fuese, penso despues descargando el contenido para el secado, porque el saco usado para el transporte tenia un misterioso agujero en el fondo y resulto divertido ver como a la vez que recogia iba dejando su propio rastro cual rumiante bipedo.

     La poco recomendable [aunque fundamental tras la actividad matutina] ducha tubera con botella de agua mineral en ese minimo y gelido torrente, con vientos [que en ese momento sentia como] huracanados y con un sol capaz de quemar una nariz pero no de entibiar un cuerpo desnudo a cuatro mil cuatrocientos metros fue otro desatino. Al minuto dejo de sentir los dedos de las manos y le resulto imposible quitarse el fastidioso jabon con los muñones, mas dificil todavia agarrar la botella y una utopia ponerse un calcetin. Por lo visto a los porteadores [que tal vez deberian haber seguido el ejemplo] de su nueva amistad les resulto mas que comica la situacion y se iban llamando entre ellos divirtiendose ante las contorsiones occidentales. Hasta la hora del Dal Bhat no recupero el color en los dedos.

     Los porteadores y guias sherpas, que de la nada habian aparecido durante la jornada, empezaron una singular verbena nepali en la cocina hasta que la cerveza de arroz caliente les ablando lo suficiente como para continuarla en el comedor. Al Cordon blue la boca le llegaba hasta las orejas y amenazaba con arrancarselas.  Todos, propios y extraños, acabaron bebiendo Charg y bailando interminables y desconocidas canciones entonadas por los oriundos. Nada recomendable beber alcohol a esas altitudes, recalco en secreto ,el hombre mas elegante de las Torres del paine al irse a acostar, a la mujer Ray Vam.

jueves, 22 de marzo de 2012

Las pocas venturas y muchas desventuras del hombre mas elegante de las Torres del Paine vagando hacia el campo base del Everest [o Everest base camp]. Segunda Parte.

     Veinte de Marzo de dos mil doce.

     Seis, diana. Seis treinta y cinco, desayuno. Siete quince, revison y salida. Ocho veinticinco, primer descanso e hidratacion. Nueve diez, descanso con ingesta de carbohidratos. Once, tercer descanso e hidratacion onerosa [importe del fluido veinte veces superior al valor real]. Una treinta, descanso con ingesta de carbohidratos. Tres treinta, llegada a Kharikhola. Cuatro, estiramientos y ejercicios asistidos de mantenimiento general. Cuatro cuarenta y cinco, ducha interrumpida tras deducir [por parte de la propietaria del refugio] que detener el consumo de agua caliente para enjabonar y limpiar la crin es sinonimo de finalizar el aseo. Cinco, hora libre al rededor de la estufa del saloncomedor. Seis treinta, cena pastoril Dal Bhat. Siete, higiene bucal y permiso para acudir al mingitorio. Siete veinte, luces fuera.

     Continuan postexiguo yantar, recorriendo parecidos paisajes, observando similares y afanosos comportamientos e intercambiando el identico saludo, la dicha hoy, sin embargo, les sobrevendra [pero no por la imperiosa necesidad]. Tras casi nueve horas de pateo sustentados en el pan tibetano, arriban a Chaurikharka extenuados y encantados por cruzar unas sorprendentes construcciones de piedra gruesa que tienen por cubierta increibles bloques megaliticos abandonados por el antiguos glaciar. Ulterior al arduo deambular y al exhaustivo estirar, con el unico acuoso proposito, el hombre mas elegante de las Torres del Paine se introduce en otra de esas cavachas, esta vez sin orificio, que usan los pobladores de estos colinas para contentar a los turistas obsesionados. La mujer que le atendera en la ducha, subida a una escalera llenando sin limite un barril de alta capacidad sobre la tejavana del tabuco, aparenta quizas veinte años mas de los que relamente se supone que tiene. Mientras el elegante hombre se quita el peso de la responsabilidad de ostentar su titulo, un sentimiento, como de culpabilidad ante el improbo esfuerzo de la abuela por complacerle, le embarga, y decide terminar, la que hubiese sido, su primera y exitosa afusion.

     Mas cuando deciden solcitar la cena llegan a la dicha glosada. Como si de un teatro se tratara y siendo la unica concurrencia, los jovenes y elegantes asisten a la manufactura del ambicionado Dal Bhat, de principio a fin. Concentrados, siguiendo todos los magistrales y precisos pasos, no logran cerrar la boca. El hombre mas elegante de las Torres del Paine en su terruño natal, sin duda en su niñez, tuvo oportunidad de observar los mismos perfectos movimientos en cocinas de leño y por ello, el recuerdo ante la vision lo llena de arrobamiento. La huella evocada lo reconforta, se suavizan las escasas diferencias.

     Al comenzar el nuevo dia y tras rogar el desayuno, de nuevo, y pacientemente, reciben otro nuevo deleite. El pan tibetano sera hecho con la precision de la praxis defendida por Carl, eso si, sin su voluntad revolucionaria, como si se dispusiera de toda una vida por delante, la ahora joven en los movimientos genera otra sencilla secuencia perfecta. Amasar, estirar, freir. Impecable, como Nureyev.

     El camino hasta Namche Bazaar, tras la delicada experiencia, se les antoja sencillo, incluso la masiva afluencia del exclusivo turismo occidental no dinamita las alboradas sensaciones. Un Londinense con camisa de finas rayas, blancas y azules, y gafas negras de pasta, les asegura lo trastocado que ha encontrado el trekking,. Explicando su primera visita quince años atras, comenta, que descansar con bebida caliente en alguna posada ocasionaba coste cero, suficiente una sonrisa. Hoy se sorprende ante las sesenta rupias pedidas por la taza. En fin, en el siguiente villorrio les abandonara por la razon del dialogo.

     Y ese dia, en el que no tenia que haber pasado nada y en el que el hombre mas elegante de las Torres del Paine recordo el cumpleaños de su hermano, un guia [al que supondran, ironicamente, dos horas despues, buena voluntad] les sugerira tomar un atajo que les obligara a subir y bajar doscientos polvorientos metros de desnivel que les privara [sin el ejercicio del consejero] del estupendo paseo junto al rio Dudh Koshi llegando al mismo punto. Ese trivial detalle permanecera presente durante todo su trayecto y les privara de la libertad de no sentenciar cada una de las futuras acciones especuladas por el gremio.

     El continuo pensamiento ante el descanso y aclimatacion de la proxima jornada, superando el desnivel de ochocientos metros para dormir en Namche Bazaar [a tres mil cuatrocientos metros de altitud], exime de estiramientos, pero no de baño, al hombre mas elegante de las Torres del Paine. Tras infructuosos intentos persiguiendo morada, dan con una en la que la ducha promete ser licenciosa, leiase en el calefactor del aprisionado cuarto de aseo; "el aparato que mas rapido calienta" [1]. Efectivamente, el invento con termometro digital incorporado escaldaba el agua entre los cuarenta y cinco y los cincuenta y seis grados celsius a intervalos de ocho segundos. Y efectivamente la lividinosa prometida ducha volvio a provocar esa sensacion de abrasado cansancio [en vez de alivio] que no paraba de recordarle lo lejos que quedaba su hogar.

     La llegada del Dal Bhat turistico, sin repeticion, tampoco provoco ese, tan ansiado momento de relax mental [debido al escaso flujo de sangre, solicitada por el organo que en ese momento la precisa], que uno acostumbra tras la manduca. En un momento cualquiera del incitante abordaje, el propietario del hospedaje, convino criticar [ni mas ni menos] a Reinhold Messner sin motivo a parente alguno. Asi, sin mas, dijo haber compartido ocho expediciones con el mito y se atrevio [hasta el empacho, ademas] con controvertidos juicios de valor hacia su persona. El hombre mas cansado y elegante de las Torres del Paine, revestido por calcetines oscuros tecnicos, pantalones de hilo fino y chaqueta clara termica sobre su camiseta de tirante blanca Damart termoractil, [sin disimular su enojo y recordando sus pocas correrias vietnamitas con el discolo Jackie Chang] le advirtio lo poco posible de la realidad de la cronica.

     Casualmente las fotos que confirmaban los hechos descritos no se recogian en el album desamontonado, casualmente.

     Al dia siguiente el sherpa propietario, ante la interrogacion disimulada del hombre mas elegante de las Torres del paine, disculpara el olvido.

[1] Traduccion literal del ingles.


lunes, 19 de marzo de 2012

Las pocas venturas y muchas desventuras del hombre mas elegante de las Torres del Paine vagando hacia el campo base del Everest. Capitulo Primero.

     En Jiri, realmente pronto por la mañana el hombre mas elegante de las Torres del Paine [esta vez con sus nuevos pantalones de pana fina, color avellana tostada], comienza a caminar acompañado por la mujer mas glamurosa del imperio romano, porta unas Ray Vam de 50 rupias, y eso le confiere como minimo, el titulo. Durante esta primera jornada la mayor preocupacion del hombre mas elegante de las Torres del paine, es, sin duda, ducharse antes de acostarse, teniendo en cuenta las marchosas ocho horas que ha mantenido. El escenario recorrido no ha sido impactante, la desconocida gente avistada no ha dejado huella en los escasos segundos de coincidencia espacial. Siente que ha hecho ejercicio, y como no quiere dejar de ser ese hombre elegante solo piensa en la tropical ducha y coplanarmente, en su Dal Bhat crepuscular [que con el pan tibetano vespertino sera el unico sustento del dia].

     Una vez aposentando y estirado [plan fundamental para la supervivencia sin fisioterapeuta] decide que es hora de limpiar su templo. Completada la burocracia cierra la puerta del aseo por dentro y su pecho se llena de gozo. Todo es perfecto, un chorro ardiente de transparente consistencia y estimulante vapor obliga al desnudo y elegante a cerrrar los ojos y sumergirse en la felicidad. Y sin saber como, cuando esta en lo mas alto de la curva [el agua ha conseguido hacerle olvidar los mil metros de caprichosos escalones, ascendidos y descendidos a duras penas], siente un escalofrio, que define el punto de inflexion [a mitad de lo que hubiese considerado una ducha completa]. El gas [o la paciencia de la dueña del refugio] se agota y comienza lo que se convertira en la esencia del camino; la imposibilidad [o improbabilidad] de [durante algunos minutos] sentirse gozoso y proximo al hogar.

     La segunda jornada pudiera parecerles mejor. El pan tibetano sin amanecer precede las tareas de los moradores de las aldeas, que van pasando, sin esa atencion necesaria que les permitiria descubrir el esencial peculio por el que el humano tiene la necesidad de llegar tan lejos. Un hombre acompañado de mujer y dos hijos labra con arado de madera y dos vacas su campo en pendiente. Sin embargo, la unica fijacion es alcanzar el proposito diario establecido en la cota tres mil quinientos treinta. Una curva de nivel casualmente mas gruesa que ls demas en un papel plastificado.

     Ocho horas subiendo veleidosas pseupogradas petreas [combinadas con breves aridos llanos] sin conseguir alcanzar el ansiado cenit. A la hora de la siesta, la niebla borra el paisaje al observador, el cansancio priva del placer de la tediosa ascension, cubiertos de polvo y frio. El hombre mas elegante de las Torres del Paine pregunta en un refugio familiar por la posibilidad de cama y Dal Bhat. La sincronia en el caminar, posibilita, al irrumpir en la rustica cocina [definida por un fuego de barro donde interminablemente se hierve agua], descubrir tres sombras suizas. Carpinteros graduados con tarea humanitaria portan la misma orientacion noreste y la misma bruma. Comparten una gran olla de te negro azucarado y debaten sobre la humano y lo divino sin entrar en materia.

     Despues de la explendida cena, con la excepcional compañia de la familia anfitriona y los recien conocidos, posiblemente en los ultimos minutos de luz del dia, tamizados por el nimbo circundante, el hombre mas elegante de las Torres del Paine demanda una bacia de agua humeante para su bautismo. Al principio no cumple el requisito de la explicacion y se le ofrece un vaso de agua. Concluidos los tramites se le ofrece una jarra rebosante y decide que es suficiente para el proposito. Cruzando el camino, dentro de un destartalado cobertizo de tablas de madera con dos puertas, comienza el lavatorio. Con tino se remoja y con la rapidez del desnudo a tres mil doscientos metros se enjabona. Acaba el agua ofrecida antes de poder quitarse todo el higienizador y por las rendijas de las mal trabadas tablas verticales pide ayuda. Un imberbe y bisoño jovenzuelo, bien picaro en este caso, le atiende con otra jarra de bienestar. El hombre mas elegante de las Torres del Paine utiliza ostentosamente todo el agua para terminar su rito pero descubre que el agua habia sido utilizada para cocer arroz y ahora tiene niveos granos adheridos a su piel. Aterido y sumiso, sin queja, busca su toalla.

     Una eternidad.

     Recuerda no haberla portado despues de haber rastreado mentalmente los pasos seguidos hasta la ablucion. Subyugado, abre la puerta y pasea su gallinaceo trasero ante el vecindario, cualquier indicio de claridad celestial [esperada por otro lado en el prehimalaya] ha sido consumido por la relente noche, la yacija le espera y no la hace esperar.

     La tercera etapa comienza rematando la pendiente. El sol aparece pero no calienta. Algunas migas del escaso pan tibetano, escoltadas con miel, permanecen imperecederas en el bigote del hombre mas elegante de las Torres del Paine. El hambre comienza a perforar el pensamiento individual, el precio del Dal Bhat nocturno sube con la misma intensidad con la que se ascienden las curvas de nivel, y aun cuando se descienden al importe no le afecta. Arroz con lentejas. Al llegar al paso [que marca el cambio del esfuerzo] se sienten algo intimidados por el panorama, varias construcciones de piedra no labrada se ahilan a lo largo del camino, ha nevado, algunos jovenes Yaks disfrutan del merecido amanecer. Varias mulas son cargadas con bidones azules sin saber su argumento. Desperezados, todos emprenden su anonima rutina.

     Un joven estadounidense, el primer occidental que divisan desde que comenzo su periplo, anglofona por el movil rompiendo la armonia del escenario que les acorrala. No es un gesto intencionado, pero ahora que comenzaban a dejarse llevar, reciben el recuerdo de la realidad, la otra sustantividad.

     Sin variar de rumbo y tras siete horas siguiendo la senda, deleitandose con la rocosa arquitectura popular del valle, una vez desmontados seiscientos metros, ante la mirada espectante y curiosa de todo aquel que los divisa arrivan a Ringmo tras cruzar otro de esos rios que hacen que la serpenteante ruta siempre contenga pendiente positiva y negativa. Dominan, desde la perspectiva facultada por la altura donde van a dormir. Preguntan por cama y Dal Bhat. Estan interesados. Preguntan por agua caliente. Tras la respuesta afirmativa estan aun mas interesados. Acabados los estiramientos y en su turno, el hombre mas elegante de las Torres del Paine, descubre, que la ducha consiste en un cubo de agua glacial mezclada con hirviente a realizar en el cuarto del agujero de las deposiciones. Ante sus ojos, un crimen. Doliente, renuente, desalentado, hace lo posible por ejecutar el ritual lo antes posible. Perseguido, proscrito, sin saber su crimen se come el arroz con lentejas. La mujer mas glamurosa del imperio romano, que hasta ese momento no habia proferido ni un solitario sonido exclama: "Creo [solemne pausa], que yo he nacido para comer lasagnas".

sábado, 17 de marzo de 2012

Las pocas venturas y muchas desventuras del hombre mas elegante de las Torres del Paine vagando hacia el campo base del Everest. [Trekking Jiri Everest Base Camp]. Prefacio.

     Trotando, posiblemente durante la cuarta jornada en el circuito alrededor de las torres del Paine [quizas hace cinco años], un canoctogenario germano descansando, apoyado sobre su baston, en una comprometida curva, definio como "El hombre mas elegante de las Torres del Paine" al joven Eliseo, debido segun se cree, a sus pantalones de pana gruesa color avellana tostada.

     Es esta una historia que no pertenece al clasico esquema de la jornada del heroe de Joseph Campbell. No hay heroe, ni iniciacion, ni llamada, ni regreso, ni impulso hacia un mundo desconocido, solo consecucion de sucesos.

Dia 01<<Jiri [1995m]_Bhandar [2190m] 08:29[TC] 7:32[TA] +1283m -1088m [DA]>>7,5 [S]
Dia 02<<Bhandar [2190m]_Goyam [3220m] 8:25[TC] 6:12[TA] +2873m -1648m [DA]>>9,5 [S]
Dia 03<<Goyam [3220m]_Ringmo [2720m] 8:00[TC] 7:13[TA] +3523m -2798m [DA]>>6,0 [S]
Dia 04<<Ringmo [2720m]_Kharikhola [2040m] 8:03[TC] 6:21[TA] +4413m -4368m [DA]>>7,0 [S]
Dia 05<<Kharikhola [2040m]_Chaurikharka [2640m] 8:45[TC] 7:29[TA] +5823m -5178m [DA]>>8,0 [S]
Dia 06<<Chaurikharka [2640m]_Namche Bazzar [3440m] 7:20[TC] 6:24[TA] +6623m -5178m [DA]>>7,0 [S]
Dia 07<<Namche Bazzar [3440m]_Descanso Aclimatacion
Dia 08<<Namche Bazzar [3440m]_Lumde [4370m] 9:02[TC] 7:38[TA] +7553m -5178m [DA]>>6,0 [S]
Dia 09<<Lumde [4370m]_Descanso Aclimatacion
Dia 10<<Lumde [4370m]_Gokyo [4790m] [Gokyo Ri 5483m 54'] 7:29[TC] 5:24[TA] +8543m -5748m [DA]>>10 [S]
Dia 11<<Gokyo [4790m]_Thangnag [4700m] 6:55[TC] 3:29[TA] +9236m -6534m [DA]>>4,0 [S]
Dia 12<<Thangnag [4700]_Lobuche [4910m] 6:03[TC] 7:40[TA] +10026m -7111m [DA]>>9,0 [S]
Dia 13<<Lobuche [4910m]_Gorak Shep [5140m] [Everest C. B. 5364m] 6:48[TC] 5:18[TA] +10480m -7335m [DA]>>6,0 [S]
Dia 14<<Gorak Shep [5140m]_Pheriche [4240m] [Kala Patthar 5550m] 6:37[TC] 5:41[TA] +10890m -8645m [DA]>>7,5 [S]
Dia 15<<Pheriche [4240m]_Namche Bazzar [3440m] 6:37[TC] 5:41[TA] +11230m -9785m [DA]>>4,0 [S]
Dia 16<<Namche Bazzar [3440m]_Lukla [2840m] 6:26[TC] 5:08[TA] +11578m -10733m [DA]>>5,0 [S]

Tiempo en camino [TC] Tiempo andando [TA] Desnivel Acumulado [DA] Severidad [S]

miércoles, 14 de marzo de 2012

Sedente Sir Caucasian de Basquiat observa el paisaje por Janakpur

     Sir Caucasian de Basquiat cambiara en futuro simple su inicial pensamiento matinal. El no lo sabe [1].

     Ahora [poeticamente] mirando por la ventana del autobus, recuerda las vigiliescas universitarias noches de entrega procastinadas por olvidadas no convincentes razones en las que la radio quedaba eternamete encendida. Contemplando por la ventana, cree escuchar a Sebastian Alvaro [debajo, distorsionado, Benito Moreno con su "Ra, ra, ra"] narrando las andanzas de alguna de sus imposibles proezas himalayescas... esas en las Kathmandu sonaba lejano e insolito. A nieve y riesgo. A piolet y gesta... piensa sin querer en que creer, observando lo que le rodea... La [aunque ficticia] creencia personal a veces es mas efectiva que la real objetividad no personal. Un dilema.

     Sir Caucasian de Basquiat [autonombrado debido a la imposibilidad de noticiar a Isabel II] no continuara con su ensoñacion. Sir Caucasian de Basquiat sera obligado a bajar del vehiculo [desaparcado con intencion de volcar y con treinta grados de inclinacion sobre la cuneta de la seudocarretera] para una de las tediosas formalidades hominidas. Liquidara la actividad velozmente Cuando recupere su numerada butaca [con ironica reverencia debido a la altura del techo del vehiculo] y retome la tronera vigilancia, regocijandose en su pensamiento buscando singulares inspiraciones, descubrira que la realidad circunvalante [curiosacasualmente en las proximidades del borde indio] siempre aporta datos que desbaratan cualquier exotico prejucio socializado. A Sir Caucasian de Basquiat este tipo de circunstancias le reconcilian con el ser humano. Por la grandeza del acto, supone.

     Un imberbe o lampiño de siete primaveras y setenta y cinco centimetros de altura, se quitara el pantalon vaquero superior y el felpudo pijama inferior y se sentara descalzo sobre sus tobillos, de cuclillas, sobre el verde reinante, a diez metros del autocarro... Separara ligeramente los pies y ejecutara con escaso esfuerzo una perfecta piramide pardocastaña. Feliz, se desplazara cuarenta centimetros hacia septentrion. Depondra otro prodigioso poliedro de ignota procedencia. Los padres del arrapiezo, ante el conocido fenomeno, se acercaran con una botella de plastico llena de agua para la purificacion. El sedente publico indonepali consciente del volumen desalojado [fisicamente mayor que el volumen del contenedor], comenzara a animar al rapaz en su escultorica demostracion. El conturbado publico indonepali exigira mas. Y habra mas. Un nuevo desplazamiento septentrional supondra el comienzo de la tercera deyeccion y el inicio del albotoro general matematicamente asombrado. Pero el pipiolo tendra mas necesidad. Aunque, lamentablemente ni el enfervorecido lo considerara plausible.

...

     Efectivamente no cagara mas. Lo intentara con fuerza despues de su tercer movimiento lateral, pero no aflojara mas regalos. El jubilo periferico se apagara despaciosamente mientras mama, de sari azul Klein, y papa, de pantalon amarillo Platano, refrotan las manos del metafisico churumbel y rien complicemente ante el celebre crimen diario.

     Desde la ventana del autobus direccion Kathmandu, Sir Caucasian de Basquiat recordara la admisible teoria de Robert Bauval. Tambien Sir Caucasian vera correlacion entre las piramides Nepalies y alineamiento de ciertas estrellas del cinturion de Orion.

[1] Sir Caucasian de Basquiat llegara a Kathmandu, al enorme ghetto turistico, y pese a que no quiere prejuiciarse prematuramente no podra evitar el sarcasmo continuado. Cualquier recuerdo sera robo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Criquet en La India

     Passepartout abandona La India... Desde Darjeeling y en solo tres horas de vehiculo motorizado paleolitico de traccion a las cuatro ruedas [la de repuesto, seguro, tambien lo era] arribo a Siliguri. Alli un bus "urbano" en tan solo una hora, le transporto hasta Naxalbari, frontera con Nepal.

     Nepal... Pero ya se habia acostumbrado al criquet.

     No entendia absolutamente nada al respeto de sus reglas. Es mas no fue capaz de levantar la vista hacia el televisor en ninguno de todos los restaurantes disfrutantes del juego, a lo largo del periplo. Aburrido, aburrido, aburrido. Posiblemente en un campo verde con dos equipos [casi seguro de India, Pakistan o Sri lanka] se lanzan pelotas intentando golpearse unos a otros [el que recibe el pelotazo lleva casco y espinilleras de hockey sobre hielo] o desestabilizar unos palitroques verticales incados en el cesped. Aburrido, aburrido, aburrido.

     Sin embargo, mientras tomaba su ultimo te en Siliguri intento recordar todos los lugares donde se habia detenido para ver gente practicar. Calcuta [decenas de partidos populares], en los terrenos semideserticos frente al Victoria memorial. En el Man Madir gaht de Benares, con el peligro [para un occidental] de que la pelota llegue al agua del Ghanges y tener que mojarse para recuperarla [aunque Passepartout supone la felicidad en caso indio]. Frente al estercolero plasticorganico [con la posibilidad de practicar algun "over" con el radioactive man], cruzando la carretera frente a la fortaleza de Agra. A las afueras de Jaisalmer, desierto del Thar, mientras el calido vientoarena circundante pule los pocos rasgos personales definitorios. Un partido inventado en el sector inventado de la ciudad inventada de Lecorbusier, el "Leisure Valley" de Chandigarh. Parando el trafico rodado y peatonal junto a los jardines de la rotonda Horniman frente a la Catedral St. Thomas de Bombay [y por tanto, rindiendo honores al Capitan George Nicholas Hardinge]. En un prado abandonado dentro de la inacabada entelequia urbanisticolisegica de "the mother", en Auroville. A las muy afueras de Hampi, entre los millones de bloques graniticos [de vez en cuando sombredos por palmeras bananeras], y dentro [si es posible] de algun complejo arquitectonico patrimonio de la humanidad. Inexplicablemente EN los inundados campos de arroz de la region de Orissa, cerca del limite del balasto de la linea del East Coast Express, con tres ramas y una bola voladora de papel.

     Y sin dudarlo la mejor [y mas reciente en su memoria]... bajo la cordillera del Himalaya, en el campo de futbol de la ciudad de Kurseong... el "Montivid ground", a mil cuatrocientos cincuenta y ocho metros sobre el nivel del mar, rodeado de plantaciones de te, sin muro protector y excavado en ladera... donde, para que engañarse, lo mas interesante es ver las infantiles acrobacias en los bateos largos.



viernes, 2 de marzo de 2012

Perdido numero Uno recorre La India por caminos no convenientemente pavimentados

Puro teatro desarrollado en tres actos.


Primer acto. 

     Vagon B10 [sleeper class]. Asientos numerados sesenta y uno [medium] y sesenta y dos [upper]. Tren en marcha, treinta millas por hora, direccion oeste_este. Desde Hampi [paisaje imposible, millones de bloques de granito color avellana se amontonan creando tumulos inverosimiles] a Hyderabad [a priori, parada de refresco direccion Calcuta]. Dia caluroso, sol descendente, por la ventana las sombras proyectadas moldean la Fortaleza de Bellary. Ambos perdidos esperan impacientemente la siguiente parada para aprovisionarse de alimentos organicos.

Perdido numero Uno [Uno]: "¡Mira, mira, mira!"
Perdida numero Due [Due]: "¡Donde, donde, donde!"
Uno [Indicando con el dedo]: "Encima de aquella colina."
Due [Refiriendose a la Fortaleza de Bellary]: "Increible."
Uno [Voceando un clasico]: "¡Aivalavidamarina!"

     Uno saca de la bolsa de mano un tocho de mas de mil paginas, forrado con tripticos informativos del Victoria memorial en Calcuta y cinta de enmascarar amarilla.

Uno [Decepcionado al comprobar]: "En la guia no sale"

     Efectivamente, la fortaleza de Bellary [cuyo ingeniero, frances, fue colgado por la desventaja estrategica que suponia haberla construido a menor altura que la vecina colina Kumbara] no queda referenciada en el prontuario. Y asi funciona el turismo de macuto en el noventa y nueve por ciento de los casos, si no sale en la guia, no hay visita.


Segundo acto.

     Vagon B10 [sleepers class]. Tren detenido en Guntakal Juction.
     Vemos a Uno saliendo del vagon B10. Observa [entendiendo perfectamente la realidad; no habra movimiento futuro] que el comboy esta formado por solo cuatro vagones_cama, no ve ningun material motriz. Como quien tiene controlada la situacion [en un pais de mil doscientos millones de personas, sin hablar el idioma regional y en un estado que no sabria dibujar en el mapa], camina cojeando, dando ligeros saltitos, ya que la suela de su zapatilla derecha [que no recibio ningun poetico arreglo] se ha despegado completamente en la parte delantera y cada vez que da un paso parece que fuera a ponerse a cantar. Firme en su proposito de comprar algo de fruta para el resto de la nocturna travesia, divisa un puesto de zumos. Se acerca y pregunta cuanto valen los platanos. Uno platica animadamente con el mercader, sobre el ultimo y soporifero partido de criquet entre Sri Lanka y Australia. Finaliza el negocio y sobre sus pasos vuelve hacia el abandonado carruaje.
     A medida que se acerca paseando la suave curva formada por el anden, sin prisa, como quien tiene controlada la situacion, detecta que la perspectiva creada entre el tren y una construccion cercana se mantiene constante aunque el se vaya aproximando. Algunas ratas recelosas se esconden al oir las discontinuas pisadas del hombre blanco, entre las traviesas divisa una sin cola a punto de cruzar bajo un rail.

     Nota del autor: Una mente mas avezada hubiese descubierto el error en matrix y hubiese galopado para intentar alcanzar el convoy en marcha, sin embargo la mente perdida de Perdido numero Uno tardo el tiempo extacto estimado para que cualquier tentativa de alcanzar el vehiculo fuese en vano... [lo desconoce todavia].

Perdido numero Uno [Pensando y paseando]: "Mira que cosas mas curiosas pasan en La India, la perspectiva creada entre el tren y aquella construccion se mantiene constante aunque me vaya acercando."

     Descubrimos a Uno corriendo [sin cojear] tras la masa metalica sobre ruedas. Unos ochenta metros sobre baldosa lisa y unos trescientos sobre compactado balasto [de granulometria variable entre cuarenta y cientocincuenta milimetros], tras salto extremo de treinta centimetros, incomprensiblemente, sin soltar los platanos envueltos en papel de periodico de ayer. El sol bastante bajo provoca molestos reflejos sobre los railes.

Perdido numero Uno [Gritando y corriendo]: "¡No me lo puedo creer!, ¡no me lo puedo creer!"
Uno [Añade corriendo un clasico]: "¡Aivalavidamarina!"


Tercer acto.

     Vagon S1 [unreserved second class]. Los cuatro vagones_cama se pierden en el horizonte, un destartalado ser humano flaco con algo en las manos corre sobre la conocida granulometria.
     Revisamos el anden y espiamos una divertida y popular conversacion autoctona. Tres hombres, de unos sesenta años, bigotudas caras renegridas y completas de arrugas, camisa clara, longhi oscuro y pies descalzos contemplan atentamente la situacion.

Uno de ellos [traducido del caranes, provincia de Karnataka]: "Curioso que Forrest Gump no sepa que esos vagones estan siendo trasladados a una via muerta para incorporarse posteriormente al Expreso uno ocho cero cuatro ocho, direccion sur_norte, destino Hyderabad [donde se encuentra, la seguro referida, fortaleza granitica de Golconda, capaz de resistir los ataques de Aurangzeb, el ultimo de los grandes emperadores mogoles, a finales del siglo XVII], partiendo desde esta misma estacion, plataforma tres a las veintidos cero cero hora local."
Otro de ellos [Complementa]: "Curioso si, primeros sintomas de que el imperio Mogol estaba en declive."
Uno de ellos [Increpa]: "¿Que posibilidad hay de que la consciencia humana sea una propiedad derivada de la forma de procesar informacion de la mente? Y si fuesemos capaces de crear un  algoritmo matematico que tratase el pensamiento de la misma forma y luego introdujeramos dicha informacion dentro de un ordenador, ¿Creariamos inteligencia artificial consciente?"
Otro de ellos [Responde seguro]: "¿Si modelaras una tormenta en una computadora, te salpicaria el agua?"

     El tercero, habiendo leido "Ciudad permutacion" de Greg Egan, asiente con movimiento infinito comprendiendo.