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jueves, 29 de diciembre de 2011

Caucasian recorre las calles.

Caucasian se ducho al septimo dia.

Por la noche y tras siete abrasivos dias [uno en Calcuta, tres en Varanasi, dos en Agra y mil cuatrocientos kilometros en Tren] descubrira al quitarse su camiseta [casualmente] roja [pintada por Basquiat], que tiene la piel cubierta de enormes eritemas. Enormes y relucientes. La erupcion focalizada en los hombros y cuello, se extendera por los brazos, se desparramara en cascada por la espalda y timidamente, asomara hasta el coxis.

La "vivienda minima" es a la arquitectura lo que el ultimo teorema de Fermat a las Matematicas. La hipotesis de Fermat resistio tres siglos y medio. Sir Andrew Wiles, tras diez años de dedicacion [ocho de ellos en total aislamiento] la demostro en los noventa, apoyandose en la teoria probada por Ken Ribet, al respecto de la conjetura de Taniyama-Shimura. Fermat [un figura] enuncio el teorema en un margen de un ejemplar de la "Arithmetica" de Diofanto y agrego que el margen era demasiado estrecho para contener la demostracion. Sir Andrew relleno, el solo, cien paginas.

Asaltado por el antrax, Caucasian aceptara su nuevo papel. Analizara todas la eventualidades indias que podrian haber provocado semejante rubefaccion. La salubridad del cercano y sagrado rio Ganges, el higienico y preciso super fast express train, los higienizados y exquisitos manjares consumidos, el purificado aire respirado, el desinfectado e inmaculado volumen ocupado, el cuidado y respetuoso transito por el empedrado exterior, los incolumes y tambien sacros animales urbanos... No encontrara motivo aparente por el cual se esta transformando en Darth Maul. Caucasian [en lo sucesivo] solo comera arroz blanco hervido, se duchara [con agua caliente o fria], enjabonara y encremara todos los dias dos veces, no tocara a ningun ser vivo o muerto periferico, ni disfrutara, nunca mas, de su debilidad... no mas te Tchai.

El universitario juega en sus ratos libres a dibujar el minimo digno espacio que habitar. Cree, que con sus innovadoras ideas [seguro escritas en cualquier libro anterior a su nacimiento] podria llegar a una solucion definitiva. La vivienda minima ocupada por Hayagriva en Taj Ganj town [quizas a trescientos metros del impoluto Taj Mahal] mide dos ochenta por dos veinte. El rectangulo queda orientado direccion oeste este. La unica apertura es la puerta doble, de madera pintada de azul indigo en el lado occidental que ocupa toda la fachada. Como mobiliario un colchon elevado mediante unos tabiques de ladrillo, frente a la cancela. El entretabicado permite el almacenamiento de tres pucheros y una cazuela. Dos piezas de material desconocido funcionarian como estantes en la cabecera de la cama. Hayagriva por la mañana defeca en la zanja abierta a modo de alcantarillado situada debajo de la entrada de su vivienda.

Tras seis jornadas no presenciara ningun milagro. El eczema cohabita su cuerpo. Sin embargo, por la mañana del septimo dia advertira el prodigio. Tras el primer aseo diario, y al igual [pero al contrario] que Joaquin Reyes dijera en boca de Enjuto Mojamuto en el episodio cuarto de la primera temporada de Muchacha Nui ["El peor dia de mi vida"], exclamara; "como vino, se fue [1], pero esta experiencia me hizo valorar las cosas importantes de la vida... [y tras un silencio]... los zombies de "28 semanas despues" no son zombis, son infectados".

[1] Enjuto berrea literalmente "Como se fue, vino".


sábado, 24 de diciembre de 2011

El Taj Mahal. El Taj Majal.

Esta vez, el gueto turistico donde se pastorea al ansiado viajero de exigua faltriquera, se ubica a escasos metros de la puerta sur del Taj Mahal, Taj Majal.

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El joven Eliseo, desde la terraza del local de comidas Treat ["Restaurant serving healthy food with love, el pintor se quedo sin espacio y la ultimas letras "ve" quedan amontonadas [1], aunque no come nada saluble es servido con love], divisa el "finial" ornamentado de la cupula principal del Taj Mahal. No distingue el blanco marmol, sin embargo esta seguro de que es el finial ornamentado del Taj Mahal. Lleva seis dias sin ducharse. El joven Eliseo disfruta del segundo Tchai de la jornada. El tren que le llevo de Varanasi a Agra con diecisiete horas de retraso le permitio acabar "El lobo estepario" [Hermann Hesse] y "Creia que mi padre era Dios" [Paul Auster]. Agradecio la demora.

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Siempre desde la misma terraza, resiste estoicamente la rotondameba en la que converguen tres ruidosas calles... disfruta pues, de seis animadas esquinas [aunque solo divisa cuatro]. En la primera y haciendo un barrido de izquierda a derecha, se alza un edificio rosa. En la tienda de la planta baja se lee "Hanif Bhai". Se venden frutas perfectamente ordenadas. Naranjas, piñas, platanos, granadas, papayas y caquis. Patatas y tomates. Soporta bien el paso del tiempo. Entre medianeras el sastre S.K. [un cartel tapa el resto de las iniciales] mira a traves del cristal de la puerta. Para completar el espacio, una masa azul con trazas de pintura blanca. En planta baja otro local, el "Joney's Place". Sirven desayunos, comidas y cenas.
Al cruzar la calle, nos encontramos una construccion azul de una sola altura. Siete ancianos desdentados y sonrientes, en cuclillas, y dos niños, de pie, beben te bajo un tejado metalico que funciona como porche. Completa la esquina un local desteñido de violeta, con un rotulo en el que se lee "Life medical store". Una farmacia. Nadie deberia consultar con el farmaceutico.
A tres metros y traspasando el camino de tierra que directamente conduce hasta el Taj Mahal, se levanta una horrible masa roja. No merece la pena detenerse en este caustico arquetipo arquitectonico, pero hay que mencionarlo ya que ocupa un volumen. En planta baja alguien detras de un mostrador, [posiblemente de la tienda "Heera Lal Nanak] alimenta con algo naranja en su mano, a una vaca. Dos veces. Luego golpea con un baculo el lomo del animal para evitar que se cuele a comprobar el genero.
Sin perspectiva y frente al bulto, se observa, sin nombre y de soslayo, una fruteria al lado de un local de verduras. Cerramientos de ladrillo ceramico enlucido, teñido de azul y verde cierran el barrido. En la fruteria desordenada, se hacen zumos de naranja con una maquina trituradora, de salchichas. El verdulero ofrece coliflor, pepinos, lechugas, rabanos, alubia verde, alubia blanca, zanahorias naranjas y zanahorias blancas. No muy apetitosas. Ninguna construccion es mayor de dos alturas. Todas culminan en terraza.

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La rotondameba esta formada por un murete de medio pie de noventa centimetros de alto, enmugrecido de añil claro y engalanado con esputos rojos de betel. Dentro, el abismo. Un promontorio plastico no reciclable, no utilizable y no combustible. Para compensar la densa linea horizontal, se levanta febril una torre postapocaliptica compuesta por por dos railes metalicos arriostrados y oxidados, y finial ornamentado formado por un matorral de cables y piezas ceramicas. Se amontonan, alrededor, cuatro vacas, dos bufalos, nueve tuk tuks indios [de capota amarilla polvorienta deslumbrante], tres rickshaw hibridos [con bicicleta y capota descapotable] dos carros de fruta, nueve motos, tres bicicletas y una carreta tirada por un dromedario. Dromedario.

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A intervalos matematicos la sombra se proyecta sobre el asfalto de la unica calle asfaltada. Con direccion oeste-este un hombre con bigote y sin turbante empuja un carro de cuatro ruedas de bicicleta. Transporta excremento seco perfectamente ordenado. Las informes deposiciones han sido convenientemente manufacturadas en volumenes circulares de veinte centimetros de diametro y cuatro centimetros de espesor. Para transportar mas cantidad sobre la superficie del carro y con maderas putrefactas ha, desafiando las leyes de la buena praxis arquitectonica y seguramente la de la gravedad, construido tabiques laterales. Con direccion este-oeste avanza cansado un autobus escolar amarillo sin escala con su entorno, cargado de escolares uniformados de apagados colores sin combinacion con su entorno, tratando de esquivar a todo el personal del concurrido nodo. El hombre sin turbante y con bigote se distrae. Alguien a su izquierda, posiblemente el sastre S.K. llama su serena atencion.

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La mirada fija, esculpida en la direccion sur-norte, no oeste-este. Nostalguica al comprobar que nada ha cambiado.

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Con sereno paso la ballena amarilla colegial no evita el mierdicidio. Es el holocausto. La unica estrada asfaltada en la ameba de la puerta sur del Taj Mahal queda cubierta de deposiciones cilindricas. El hombre con bigote y sin turbante, afanado por recoger el combustible, mira, ahora si con imperiosa atencion, al transporte escolar.

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El joven Eliseo bebe el ultimo sorbo de su te Tchai pedido con educacion y servido con amor, y sigue escribiendo en su libreta rosa. Pasará el frio invierno en La India. Un[a] gatorrata cruza una de las calles no asfaltada. Mañana, ademas de cumplir una semana sin agua caliente, descubrira que no era el finial ornamentado del Taj Majal.

[1] Restaurante sirviendo comida saludabe con amor.



martes, 20 de diciembre de 2011

Cinco Tchais en Calcuta.

En un muro amarilo de ladrillo enlucido hay un armario de madera verde. Mide dos metros cuarenta centimetros de alto, un metro diez centimetros de ancho y quizas cuarenta centimetros de profundidad. Fracciona el espacio una tabla de holgado espesor, a una altura sobre el empedrado de noventa centimetros. La parte inferior, encima de lo que suponemos es el alcantarillado urbano, funciona como almacen. El espacio superior sobre el grueso madero es divido por cuatro baldas horizontales de solo un centimetro.

Las ollas, pucheros y cacerolas se amontonan en la dimension inferior. Arriba, en la tabla que funciona como mesa, hierve una olla sobre un quemador de alcohol. El quemador tiene un deposito cilindrico. El universo fragmentado superior esta perfectamente ordenado segun la importancia y rutina de los ingredientes necesarios para que Rhaoul, de doce años, metro treinta [que tambien se podria llamar Shiva], ejecute la dificil tarea de preparar te Tchai y todo tipo de tostadas para el personal demandante sobre banco corrido de madera pintado de verde, al otro lado de la calle [quizas a dos metros ochenta centimetros].

En el momento en que es servido el quinto Tchai en cuenco de barro, posiblemente el hombre mas antiguo, desgastado, roido y torcido que se ha visto deambular en esa direccion en Hartford Lane, recoge del suelo, despues de mirar cuatro veces a su alrededor, un recogedor de basuras de plastico [igual de antiguo, desgastado, roido y corcovado que el]. Un acalorado sujeto, irritado con el mundo que le rodea, brama sin percatarse del pequeño hurto.

En el mismo instante en que se agacha y en opuesto sentido [al inicio de la estrada], en la misma Hartford Lane, una rebaño de cabras [blancas, negras y marrones] avanza a velocidad inusitadamente veloz escapando a los despiadados varazos de cuatro pastores contemporaneos. Al final de la expedicion, Atom, joven fotografo oriental, galopa tras la entelequia creada por Steve McCurry. Un acalorado sujeto, irritado con el mundo que le rodea, brama sin percatarse de la congreagacion que se le avecina.

En el mismo segundo en que Rhaoul ofrece el septingentesimocuarto te de su apretada agenda diaria al extranjero, exactamente en medio de las acciones con reseña, dos indios de metro noventa increpan al acalorado sujeto anteriormente citado, que sin parar de encajar el sermon, grita enardecido en todas las direcciones. En vista del infructuoso efecto balsamico de la homilia, y tras aviso, los gigantes empiezan a racionar galletas mientras acompañan al sujeto enfriado a lugar desconocido.

Y escribe Andrzej Kusniewicz en "El rey de las Dos Sicilias"; "...el momento constituido por la misma secuencia de estos hechos nunca mas se repetira. Por ello, este momento es tan importante como el gesto del padre Puntigam, que le da la extrema uncion al moribundo heredero del trono de los Habsburgo..." Y se puede pensar que efectivamente el momento constituido por la secuenia de los hechos relatados nunca mas se repetira y por ello es necesario su exposicion. Sin embargo y en contra de la fotografica ficcion afgana esta sucesion de hechos acontece con extrema frecuencia... solo es necesario esperar y disfrutar de cinco Tchais sobre banco corrido verde de madera frente al armario de Rhaoul.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Caucasian, de Basquiat, espera el autobus numero 15.

Caucasian esta esperando el autobus numero 15 en Thanon Ratchadamnoen Klang, frente a la rotonda del monumento a la democracia. A Caucasian lo pinto Jean Michel Basquiat en 1987. Caucasian viste camiseta de manga larga y pantaloneta rojo intenso. A Caucasian lo definen un par de chichones en la cabeza, la nariz como una pelota colorada, una tirita en forma de cruz en la frente y una barba de tres dias. Caucasian no aparenta lucidez, sin embargo, Basquiat llena el papel de signos lineales que le dan un aire muy ingenioso, suponiendo que pertenezcan al ingenio de Caucasian.
Basquiat tambien pinto en el mismo año, y junto a Caucasian, la cabeza de Negro. Solo la cabeza. Negro no esta esperando el autobus numero 15 en Thanon Ratchadamnoen Klang. Basquiat se puso muy triste cuando murio Andrew Warhola. Basquiat murio de sobredosis en 1988.

Caucasian, consciente de de estar vivo, ignorando porque [incluso por quien] fue creado, mira el contenedor de basura amarillo brillante en medio de la acera. Un hombre adulto se acerca al contenedor. Lleva en la mano derecha una bolsa nueva de carton amarillo escandaloso donde se lee "EXITO". Inaudito. El hombre viste bañador roto y sucio. Se detiene delante del contenedor y abre la tapa para comprobar lo que el mundo considera inmundicia. Dificilmente la imagen del hombre adulto examinante, con la bolsa nueva de carton amarillo donde se lee "EXITO", abriendo la tapa del contenedor de basura amarillo, se superpondra a los signos lineales que le dan aire ingenioso a Caucasian, pero es un gran momento, y lo lamenta. Encuentra un bañador. Alli mismo, el hombre adulto, despues de dejar la bolsa de carton amarillo en el suelo, se cambia el calzon. Se quita su roida prenda y se queda con el culo al aire en frente del monumento a la democracia. Con la tranquilidad que supone quedarse con el culo al aire en una parada de bus a las 11:37 de la mañana delante del monumento a la democracia mira su nueva y no tan carcomida conquista, y se la calza. Calzon calzado.

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Una pareja de ancianos musulmanes cocina Pad Thai a treinta bats en un carrito metalico con ruedas de bicicleta. El, esta sentado leyendo el periodico. Ella, torcida como la planchadora de Picasso, cocina Pad Thai a treinta bats en un carrito metalico con ruedas de bicicleta.

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A Caucasian le gustaria poder mirar el reloj. Dos minutos despues, otro hombre adulto, sin bolsa amarilla y con peor semblante, se detiene delante del contenedor de basura. Viste un bañador espeluznante. Caucasian recuerda el cuento de aquel que arrojaba las cascaras de los altramuces al suelo y se dolia de su pobreza. Caucasian, expectante por comprobar si se confirma la fabula, olvida el autobus numero 15. Podria decirse que Caucasian esta excitado, pero no seria politicamente correcto. Sera la ultima vez, en ese dia, que Caucasian exprese sus emociones. El hombre adulto revisa el contenido del cubo. El hombre adulto sin bolsa amarilla comparte la misma opinion que el hombre adulto con bolsa amarilla y "no reusa" [rehusa] la joya abandonada. Sin embargo, al abrir una bolsa de plastico negro situada a la izquierda del contenedor amarillo encuentra unos pantalones vaqueros todavia coloreados. Los observa unos segundos. Los coloca sobre su hombro derecho y sin probarselos comienza a caminar.

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Caucasian con la cabeza llena de signos lineales [formales o no, casuales o no] no consigue argumentar el pensamiento. Necesitara todo el trayecto de autobus numero 15 para emitir un parecer. Caucasian como ejemplo de reciclaje no es capaz de comprender su propia realidad. Se aproxima a una vaga idea. El exempla moral de Patronio carece de sentido en el tiempo neonlitico. En el tiempo neonlitico, la cantidad de objetos no degradados, transformados mentalmente en despojos es suficiente para que, incluso, en el mismo lugar, el hombre adulto con o sin bolsa tenga su indemnizacion.

martes, 13 de diciembre de 2011

El rio que nos lleva. Cronicas Myanmanas IV [27_11_2011]

En 1961, Jose Luis Sampedro escribia "El rio que nos lleva".

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En 2011 [cincuenta años despues], lo encontró en un local de libros de segunda mano en las lejanias de Khaosan Road... Bangkok. El manuscrito le conmovio enormemente. Mientras lo carcomia, fantaseaba con ser ganchero. Ir a la universidad de gancheros [seguro en Oxford o Harvard], aprender todo lo necesario y tropezar, cierto dia, con algun irlandes de camino al Tajo para exprimir la vida apacentando la maderada.

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A los pocos dias de llegar a Mandalay y en una de esas visitas obligadas cuya intencion es disfrutar del camino [mas alla del desconocido destino], en un barco sobre el rio Ayeyarwadi, sentado sobre una silla Mandalay conversaba el texto con el inseparable compañero Jacques, sentado en otra silla Mandalay. Mientras con intensidad describia la exquisita prosa contenida en el libro y la brutal dignidad de los actores, a lo lejos, pero acercandose, divisó una especie de toldo formado por telas de colores sobre un amasijo insumergible e irreconocible tirado por una descascarillada embarcacion. A lo cerca pero alejandose, comprendió la construccion flotante apoyada en una exagerada aglomeracion de bambu, no sofisticadamente trabada. Jacques, versado, aclaró que la pigmentada familia, parasitada sobre la montaña de palos, conducia, durante varias semanas, la madera desde los densos bosques mas al norte del pais hasta Yangon, presumiblemente para exportar o vender.

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Con la mano en la frente por el contraluz del sol, y queriendo olvidar el sucio remolcador contemporaneo, en su imaginacion distinguió al linaje encauzando la tupida colina leñosa con gruesos e interminables ganchos, exhibiendo brutal dignidad, exhibiendo orgullosos su destreza.

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Y escribia Jose Luis Sampedro en "El rio que nos lleva"; "Siempre habia curiosos en el puente colgante. Y eso, como decia el Cacholo, daba categoria".

miércoles, 7 de diciembre de 2011

La Silla Mandalay. Cronicas Myanmanas III [25_11_2011]

La silla Mandalay no pertence a Vitra. No esta diseñada por Charles and Ray Eames ni por Verner Panton y seguro no esta expuesta en el museo del mueble de Frank Gehry en Basilea. No esta fotografiada por Gabriele Basilico y no aparece en la portada de Vogue. Andrew Niccol no la necesito como atrezzo para Ethan Hawke y Francis Bacon tampoco sento en ella a Inocencio Equis.

Nada de polimeros termoplasticos, ni vidrios al silicato sodico, ni aleaciones pavonadas.

No se vende ni se compra. No se trueca. Se construye [que no fabrica] cuando se necesita.




domingo, 4 de diciembre de 2011

Cronicas Myanmanas II [21_11_2011]

En medio de las montañas, durante la segunda jornada de las tres que dura el paseo entre la ciudad de Kalaw y Nyaung Shwe, nos detienen a tomar un te. Sera el octavo del dia.

La casa abordada tiene una estructura de madera basica, que forma una planta rectangular de cinco por ocho metros en la que se diferencian tres ambientes. El espacio vivible queda elevado mediante pilotes tambien de madera facilitando un refugio a los insolentes plumiferos bipedos y diligentes peludos cuadrupedos. Las paredes divisoras interiores y exteriores estan formadas por paneles de bambu trenzado. Subiendo la escalera no normalizada se accede directamente a la cocina. Si se cruza, se llega al espacio de estar. En la pared opuesta una puerta permite el paso a la unica habitacion.

Se reconoce la cocina, porque sobre la trama vegetal que configura el firme hay un marco similar al bastidor de un lienzo, que confina un espesor de cemento sobre el que se asienta la lumbre. Se reconoce el estar, al estar iluminado por dos ventanas y dos puertas balconeras sin contener mobiliario. No se reconoce la habitacion por la intimidad.

La ceremonia consiste en una tetera con te y unos recipientes. La familia y los invitados, sentados en el suelo, van bebiendo de sus cuencos cuando tienen ganas. Por la ventana, mientras se desarrolla un entretenido y animado dialogo entre la familia y los invitados, uno se pierde facilmente entre el rojo brillante del chili secandose al sol, el verde de las terrazas de arroz, el amarillo de las flores de sesamo y el profundo cielo azul que acompaña Noviembre.

En ese momento la familia alusionada solo detenta un miembro. Tiene sesenta y dos años aunque [miento cual bellaco galante y le digo una galanteria] parece que tiene setenta y ocho.

La comunicacion es sencilla, la guia traduce del ingles al birmano y del birmano al ingles. La informacion que se perderia en una disertacion sobre fisica cuantica seria monstruosa, pero para saciar la casuistica minima necesaria para componer una vida, el sistema es idoneo.

La estupenda mujer lleva un vestido de dos piezas negro con costuras de color naranja intenso y azul oscuro. En la cabeza un pañuelo naranja, amarillo con algunas trazas granates. Por casualidad y para conformar esa vida en mi cabeza pregunto cuantos hijos tiene.

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Catorce. Es dificil traducir o entender de forma incorrecta catorce, pero es mejor confirmarlo. Catorce. La anterior gentileza sacude mi estomago, y empiezo a interpretar el numero de arrugas que siembran su semblante.

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A tres los tuvo sola mientras recogia arroz... y se reia contando, [ante nuestros gestos de incredulidad, asombro y reconocimiento] como, cuando llegaba a casa, le decia a su marido que habia encontrado un grano un poco mas grande. A otro lo pario cuando caminaba, junto a su carreta tirada por bufalos, a un pueblo cercano a vender semillas de sesamo. Los otros seis nacieron en la casa, y alguna vez tuvo la suerte de estar acompañada por su madre. Los cuatro restantes eran adoptados aunque debido a complicaciones lingüisticas no se profundizo mas en los detalles... y siempre tras cada dato repetia facil, facil...

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Y alli seguia, sentanda en el suelo, con el brazo izquierdo sobre la rodilla izquierda, quedando la pierna derecha descansando sobre el bambu, a veces ensimismada por horizonte a traves del balcon, siviendose te sin ceremonia y conversando con extraños, extrañada ante nuestra extrañeza, disfrutando poeticamente de sus dieciseis años extra[ordinarios] de vida. Realmente facil.