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domingo, 28 de agosto de 2011

Sin probar las patas de gallina

No sabes como, pero junto con otros veinte guiris estas en medio de un nudo de comunicaciones de tres alturas en Hanoi, plena autopista. Aunque si lo sabes, hemos sido abandonados aqui por el minibus que nos tenia que dejar en la estacion sur. Imaginas que por comodidad en el intercambio. Son las 5:38 de la tarde y deberiamos estar quemando kilometros direccion Luang Prabang.

Cincuenta y tres minutos despues aparece algo asi como el hijo bastardo del Halcon Milenario y el De lorean, con pantallas de leds parpadeantes de colores en todas las ventanas anunciando la ciudad final y las trece o diecisiete paradas intermedias. La comunidad se disuelve y una de las mitades sube con la esperanza de llegar al destino en veintidos horas. Dentro de la maquina hay veinticuatro camas, en filas de cuatro, con un pasillo central. Debajo, a nivel del piso hay colchonetas de yoga para aquellos pasajeros que no hacen la ruta completa. Los conductores no tienen en nada en comun con Han Solo aunque me recuerdan algo a Chewbacca. Va a ser un recorrido muy largo. Pero ni olfateo remotamente la realidad, empiezan ocho trepidantes horas de musica techno sazonada con piezas hardcore y jungle, tocando la bocina sin cesar [me temo que detras hay un lenguaje secreto que no comprendo], a toda pastilla, por las autovias Vietnamitas.

Hace una semana que Don Quijote se recupero de su locura y solo tengo a mano "La soledad de los numeros primos" que encontre in extremis en Hanoi. El suicidio empieza a parecerme mi unico recurso.

Cuando uno de los Chewbacca decide que es hora de dormir, suprime la musica, pero no apaga las luces [ni las de dentro ni las de fuera], su espiritu techno sigue vivo. El dia ha sido muy largo y aunque me viene a la memoria la visita a la momia de Ho Chi Minh [extremadamente parecida a la Lenin] me quedo sopinstant al instante.

Durmiendo...

El piloto de la astronave abandona su letargo y decide darnos los buenos dias con los exitos [siempre de su musica preferida] vietnamitas mas destacados del momento, se siente bien, y aunque la presente carretera es insospechadamentesubdesarrollada [todo junto] la velocidad de crucero de la nave aumenta vertiginosamente. El claxon no para de rugir ante el mejor paisaje posible; casas sobre pilotes de madera acompañando la pista, cerramientos de cortezas de caña trenzados y cubiertas vegetales a dos aguas con porche, al fondo las montañas recortan el horizonte en capas de diferente densidad, el sol se refleja en el rio timidamente.

Lo mas sencillo es cruzar la frontera. Solo hay que pagar. Cuando se trata de cobrar la agilidad de los hijos de Pathet Lao es diligente. Sorprendente.

En Laos, el panorama es similar, las construcciones siguen el mismo patron, la pista no empeora y el gentio muestra semejantes rasgos. El otro Chewbacca considera que es hora de reanudar las sanas costumbres y de nuevo nos revienta los recuperados timpanos con su sensibilidad musical. Menos mal que queda poco para terminar mi impuesto castigo literario. Suicidio.

En la disco solo quedan una pareja de chicas muy jovenes de Inglaterra, Gabriel con su sombrero mexicano rosa, violeta, amarillo, y verde, tambien muy joven y tambien de Inglaterra. Min, una china ya mayor, Pin, un chino que fabrica flautas y un vietnamita que se ha pasado todo el periplo escribiendo y dibujando en posicion de loto, espero, disfrutando del repertorio musical.

A media tarde, como a las cuatro, cuando en nuestras occidentales mentes el fin parecia proximo, el piloto despues de hablar con un policia, estaciona y detiene el vehiculo a un lado de la carretera, detras de una camioneta con pollos, gallinas, pavos y cualquier tipo de ave comestible en jaulas semiesfericas de cañizo.

A unos dos kilometros en una curva muy cerrada, la carretera, debido a un desprendimiento, ha desaparecido. Cientos de personas en peregrinacion, con animales, motos, cajas, bolsas, niños, ancianos y demas enseres suben a lo alto de la montaña para bordear la brecha, con el objetivo de no esperar las veinte horas que se oye, se necesitan para habilitar el firme de nuevo.

A ambos lados del agujero [o muestra de la insensatez del demiurgo que ideo la carretera] se ha creado un reducido pueblo. Puedes comer maiz hervido, patas de autentica gallina del pais y diversos snacks de lo mas apetecible. Puedes jugar a las damas con chapas de botellas y lo mejor de todo, universal, puedes dirigir y coordinar con un grupo de Laotianos los trabajos de las cuatro maquinas retroexcavadoras que trabajan sin descanso solventando el destrozo... y si, te sientes como en casa despues de cinco meses.

El sol se esconde tras la ladera [esta vez sin reflejarse en el rio], la camara pide mas apertura de diafragma, no queda nada por hacer en medio del agujero de la nada. Comienza nuestra peregrinacion. La travesia es muy resbaladiza. La tierra es arcillosa y poco compacta. Increible la facilidad con que los lugareños corren sobre el terreno. Al otro lado, camionetas y conductor, siempre con olfato dolaresco, esperan el goteo de turistas que se resisten a pasar otra noche en medio de todo el agujero.

Se crea una alianza, 30.000 Kips hasta Luang Prabang.

Comienza la nueva peregrinacion. Lo que antes era sencillo al subir, ahora se torna peligroso al bajar. La multitud sigue corriendo. Equipaje al hombro. Recomiendo a la plantilla del autobus [siempre en español] que deje su trabajo tras despedirme. Comienza la peregrinacion hacia la salvacion. La travesia sin luz sigue siendo resbaladiza. No se ve nada. Algunos lugareños con linternas señalan los puntos mas peligrosos para evitar incidentes.

Como era de esperar, y tras una hora para desandar y andar el camino, el contacto no nos espera al otro lado. Sin embargo otra camioneta y conductor, con olfato mas dolaresco, si que aguarda a la ultima hornada de guiris. La nueva alianza, 50.000 Kips hasta Luang Prabang. Sabe que tiene el poder y nosotros tambien. Lo que no sabemos es que el trayecto durara tres horas. Tres horas por camino forestal, en la batea de una camioneta, sin sol que caliente, ni patas de gallina que llevarnos a la boca.

Lo que el no sabe es que la via lactea con todas las luces apagadas es lactea de verdad, y no de soja como en occidente, sino de leche de verdad. Un regalo.

Treinta y dos horas para recorrer casi 700 kilometros.

Y como solo hay una carretera decente entre las principales ciudades de Laos, tres jornadas despues, alli estabamos de nuevo comprobando y revisando la evolucion de los trabajos. En el mismo agujero en medio de la absoluta y hermosa nada.

Esta vez para 237 kilomteros solo invertimos once horas.

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