El autobus rompe la mañana.
Impermeable a nuestra presencia, continua durmiendo.
Ella se levanta.
Se encorva.
Con un habilidoso giro de muñeca lo acomoda en su espalda.
Todavia dormido, voltea la cabeza hacia la izquierda.
Cubre al niño con un paño
Desliza un extremo por su hombro derecho.
El otro, por debajo de su brazo izquierdo.
Permanece encorvada.
Anuda las dos puntas.
Unos pies asoman del saco formado por la tela.
Los diminutos brazos abrazan su cuello.
Se yergue.
Observa.
Sonrie.
Se gira y camina con cuidado de no pisar los bultos del resto de pasajeros.
Se apean del transporte.
El autobus dinamita la tarde.
Impermeable a nuestra presencia, continua durmiendo.
Ella se levanta.
Se encorva.
Con un habilidoso giro de muñeca lo acomoda en su espalda.
Todavia dormido, voltea la cabeza hacia la izquierda.
Cubre al niño con un paño
Desliza un extremo por su hombro derecho.
El otro, por debajo de su brazo izquierdo.
Permanece encorvada.
Anuda las dos puntas.
Unos pies asoman del saco formado por la tela.
Los diminutos brazos abrazan su cuello.
Se yergue.
Observa.
Sonrie.
Se gira y camina con cuidado de no pisar los bultos del resto de pasajeros.
Se apean del transporte.
El autobus dinamita la tarde.
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