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domingo, 4 de diciembre de 2011

Cronicas Myanmanas II [21_11_2011]

En medio de las montañas, durante la segunda jornada de las tres que dura el paseo entre la ciudad de Kalaw y Nyaung Shwe, nos detienen a tomar un te. Sera el octavo del dia.

La casa abordada tiene una estructura de madera basica, que forma una planta rectangular de cinco por ocho metros en la que se diferencian tres ambientes. El espacio vivible queda elevado mediante pilotes tambien de madera facilitando un refugio a los insolentes plumiferos bipedos y diligentes peludos cuadrupedos. Las paredes divisoras interiores y exteriores estan formadas por paneles de bambu trenzado. Subiendo la escalera no normalizada se accede directamente a la cocina. Si se cruza, se llega al espacio de estar. En la pared opuesta una puerta permite el paso a la unica habitacion.

Se reconoce la cocina, porque sobre la trama vegetal que configura el firme hay un marco similar al bastidor de un lienzo, que confina un espesor de cemento sobre el que se asienta la lumbre. Se reconoce el estar, al estar iluminado por dos ventanas y dos puertas balconeras sin contener mobiliario. No se reconoce la habitacion por la intimidad.

La ceremonia consiste en una tetera con te y unos recipientes. La familia y los invitados, sentados en el suelo, van bebiendo de sus cuencos cuando tienen ganas. Por la ventana, mientras se desarrolla un entretenido y animado dialogo entre la familia y los invitados, uno se pierde facilmente entre el rojo brillante del chili secandose al sol, el verde de las terrazas de arroz, el amarillo de las flores de sesamo y el profundo cielo azul que acompaña Noviembre.

En ese momento la familia alusionada solo detenta un miembro. Tiene sesenta y dos años aunque [miento cual bellaco galante y le digo una galanteria] parece que tiene setenta y ocho.

La comunicacion es sencilla, la guia traduce del ingles al birmano y del birmano al ingles. La informacion que se perderia en una disertacion sobre fisica cuantica seria monstruosa, pero para saciar la casuistica minima necesaria para componer una vida, el sistema es idoneo.

La estupenda mujer lleva un vestido de dos piezas negro con costuras de color naranja intenso y azul oscuro. En la cabeza un pañuelo naranja, amarillo con algunas trazas granates. Por casualidad y para conformar esa vida en mi cabeza pregunto cuantos hijos tiene.

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Catorce. Es dificil traducir o entender de forma incorrecta catorce, pero es mejor confirmarlo. Catorce. La anterior gentileza sacude mi estomago, y empiezo a interpretar el numero de arrugas que siembran su semblante.

...

A tres los tuvo sola mientras recogia arroz... y se reia contando, [ante nuestros gestos de incredulidad, asombro y reconocimiento] como, cuando llegaba a casa, le decia a su marido que habia encontrado un grano un poco mas grande. A otro lo pario cuando caminaba, junto a su carreta tirada por bufalos, a un pueblo cercano a vender semillas de sesamo. Los otros seis nacieron en la casa, y alguna vez tuvo la suerte de estar acompañada por su madre. Los cuatro restantes eran adoptados aunque debido a complicaciones lingüisticas no se profundizo mas en los detalles... y siempre tras cada dato repetia facil, facil...

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Y alli seguia, sentanda en el suelo, con el brazo izquierdo sobre la rodilla izquierda, quedando la pierna derecha descansando sobre el bambu, a veces ensimismada por horizonte a traves del balcon, siviendose te sin ceremonia y conversando con extraños, extrañada ante nuestra extrañeza, disfrutando poeticamente de sus dieciseis años extra[ordinarios] de vida. Realmente facil.



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