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viernes, 8 de abril de 2011

Estos chinos

Estaba tranquilamente, antes de partir en avión para Oporto, en el aeropuerto de Madrid. Leía un tocho salvaje de 400 páginas; las instrucciones detalladas de la nueva cámara. La felicidad me embargaba ante tal lectura.

A la hora de espera y lectura, apareció una azafata de la compañia "Ryanair". llevaba una caja de cartón con las medidas exactas de lo que se supone puedes subir como equipaje de mano en un avión.

La pobre se tiró sus buenos 40 minutos comprobando el tamaño de los equipajes de mano de toda la fila antes del embarque, vuelo directo a Vigo. Yo seguía con las maravillosas instrucciones [la otra opción era el Ulises de Joyce, no eran horas], y de vez en cuando miraba a la muchacha afanada en su labor, intentando descargar la vista ante tanta lírica instruccionil. La chica terminó y se fue. En ese momento apareció un chino bajito, muy chino y muy bajito, con un jamón debajo del brazo. Aunque mi lectura era prometedora en ese instante tuve que abandonarla y no pude dejar de mirarlo.

Se puso en la cola [había avanzado bastante y sólo quedaban diez o quince personas].

Llego su turno pensando que estaba todo solucionado al respecto de su mercancía. Pero en la puerta de embarque le esperaba una sorpresa; una estructura metálica en cuyo interior cabe el tamaño máximo de equipaje de mano. Comprobación extra.

Metió el jamón dentro de la estructura tubular, comprobó que cumplía las medidas, lo sacó, se lo puso al hombro y paso la puerta después de enseñar el billete...

Lo perdí de vista una vez pasó el control y ya no puede seguir con las instrucciones ante la eficacia del colega, en breve, sin duda todos hablaremos chino.

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